En el ambiente laboral, la confianza es un elemento fundamental. Sin embargo, aunque se trata de un valor fundamental, del cual dependen muchos otros, está expuesta a romperse por diversos factores, entre ellos los errores que cometen las personas que trabajan en una empresa.
Un mal manejo, una reacción negativa con un cliente, faltas de los más variados tipos y circunstancias, robos y mentiras son momentos difíciles, donde la decisión más común es el castigo. Sin embargo, existe una alternativa que hace replantear todo esto y que abre una nueva forma de resolver conflictos de este tipo; la posibilidad de perdonar y ofrecer una segunda oportunidad.
En busca del interés superior
La sanción y el castigo están tan arraigados en nuestra cultura laboral que el simple hecho de mencionar la opción de perdonar genera ruido de inmediato. Sin embargo, perdonar es una acción que implica eximir a otra persona por una acción que se puede considerar ofensiva, optando por renunciar a vengarse o exigir algún tipo de castigo o restitución, sin que eso signifique olvidar la situación, pero enfocándose en intereses superiores.
Por lo tanto, el perdón se convierte en una de las formas de comunicación más potentes, ya que va más allá de una simple decisión y se convierte en un mensaje no verbal capaz de generar reacciones profundas en términos de lealtad y compromiso en los equipos de trabajo.
¿Por qué es tan difícil dar una segunda oportunidad?
Los errores, en su gran mayoría, significan grandes costos. Y los ejecutivos que toman decisiones de este tipo deben responder a sus directores y accionistas de la empresa, por lo que en su ADN fluye la idea de maximizar las ganancias, presionando a todas las áreas de la compañía. Con esta lógica, los trabajadores dejan de ser personas para convertirse en piezas reemplazables de la cadena de producción, por lo que cuando algo grave sucede, basta con cambiar dicha pieza para que la empresa siga su curso.
Por lo tanto, ante un error en el trabajo, lo más fácil es despedir a quien lo cometió y seguir adelante. Y hablar de una nueva oportunidad significaría el colmo de la ingenuidad y un precedente para que otros abusen de la generosidad de la empresa.
Precio versus valor
Romper con esa lógica parece una locura desde una visión de corto plazo, pero se convierte en una herramienta de gran poder si lo analizamos bajo la óptica de largo plazo. ¿Por qué? Porque la tendencia actual en el mundo laboral valora el talento y, en consecuencia, a las personas.
Si nos enfocamos en castigar un error, estaremos privilegiando su precio, o sea, la cantidad de dinero que se perdió o se dejó de ganar por ese error. Por otro lado, si el foco está del lado de una segunda oportunidad, estaremos hablando del valor, o los beneficios que se pueden obtener al optar por perdonar una mala acción o una equivocación de un trabajador.
El perdón como factor de crecimiento
En este juego de palabras, pasamos entonces de un modelo que puede generar alta rotación, baja satisfacción y un nivel inexpresivo de lealtad y compromiso de los trabajadores hacia la empresa donde se desempeñan, a otro donde los errores tienen un valor intrínseco, el de la experiencia.
Más allá de todo lo desagradable que implica cometer un error, mantener en la empresa a quien lo cometió permite que la empresa y todo el equipo crezcan, aprendiendo de él e imprimiendo un código de cultura muy potente.
A la larga, asumir el error se convertirá en una inversión porque transmite un mensaje donde las personas no son simples piezas reemplazables, sino partes genuinas de la empresa. Y esa decisión se verá reflejada con una mayor lealtad.
Como dijimos antes, el acto de perdonar considera mantener el foco en intereses superiores. En el caso de una empresa, no olvidar un error, pero convertirlo en una oportunidad para fortalecer su cultura organizacional.
No bastan los manuales, la publicidad o los slogans para generar una cultura sólida. La forma como se tratan las personas que la conforman, desde los dueños hasta el último colaborador, es lo que define las relaciones humanas en cualquier escenario.
Por esta razón, apostar por una segunda oportunidad ante un error no garantiza que la situación no se repita y eso significa un riesgo, sin duda. Sin embargo, la fuerza del perdón abre la puerta a provocar un cambio y recibir de vuelta no solo reconocimiento, sino lealtad y confianza. Y los trabajadores leales transmitirán eso hacia afuera y se mantendrán al lado de la empresa en las buenas y en las malas.